Carlos Franco. La obra gráfica

Compañero de generación de otros creadores tan significativos para la historia reciente del arte español como Carlos Alcolea, Chema Cobo o Guillermo Pérez Villalta, Franco se inicia en la pintura a comienzos de los años setenta. Desde ese momento, tanto su obra como la de sus compañeros de generación, comienza a ser englobada por la crítica dentro de la corriente de la Nueva Figuración madrileña.

La inclusión de un gran cuadro del artista en esta exposición en la Abadía de Santo Domingo de Silos tiene como objeto poner de manifiesto la coincidencia entre su pintura y su obra gráfica, no sólo por razones temáticas o estilísticas, sino también por razones técnicas o procedimentales, además de materiales. Esta coincidencia no se limita a la superposición de procedimientos, sino a una actitud más intrigante, y eventualmente más perturbadora, respecto al trabajo artístico, que se entiende como inacabable, de acuerdo con una nueva y radical asunción del "non finito" clásico, y que se esfuerza además en dejar alguna huella de cada una de las decisiones que ha ido tomando, para conformar de esta manera una secuencia de fases, insinuadas tanto en la superficie como en su profundidad. Este trabajo insistente sobre el soporte, que tan característico es del grabado al aguafuerte, es lo que ha movido a exponer algunas de las planchas calcográficas, como testimonio elocuente del mismo, y también por sus propias cualidades técnicas y materiales.

Por otra parte, además de incluir la mayoría de las estampas de Franco, forman parte de la exposición las distintas técnicas utilizadas por el artista a lo largo de los años, desde sus primeras e ingenuas serigrafías hasta sus recientes y complejos experimentos con soportes fotográficos manipulados por ordenador, o el uso de insólitas tintas fluorescentes. La exposición se cierra con la última serie de grabados del artista sobre la tauromaquia que se muestra por primera vez al público.