Cárcel de amor. Relatos culturales sobre la violencia de género
El título no es accidental; tomado de la novela epistolar de trágico final de Diego de San Pedro (Sevilla, 1492), sus creencias y punto de vista bien pueden, literal y figuradamente, simbolizar el temor al sistema patriarcal en el siglo XXI. Con cinco secciones interconectadas (programa de cine y vídeo, proyecto web, performance, conferencias y una publicación) y concebido como un espacio marcado por la diversidad de opiniones y puntos de vista, Cárcel de amor corre el riesgo, al confrontar un tema tan amplio y brutal, de ser percibido como falto de rigor. Lejos de asumir que “todo vale”, este proyecto, gestado durante un periodo de casi dos años, se basa en el concepto de que los códigos artísticos y culturales son representaciones colectivas y de que su forma y contenido están conformados por y para el orden social.
Como en otras novelas de amor, medievales o no, en Cárcel de amor el amor físico está conectado con la violencia. Con más de treinta ediciones en castellano y traducido a varias lenguas europeas, este best seller medieval pone el énfasis en “la ley paterna”, esto es, en el significado literal del patriarcado. Ignorando las plegarias de la familia y la corte, el rey encarcela a su hija Laureola y está “dispuesto a ejecutar en ella la sentencia más cruel por ser su acción motivo de deshonra”. Dentro del contexto del feminismo contemporáneo, el sistema patriarcal no está restringido a la relación padre-hija: la primera ola del feminismo extendía su descripción, según Kate Millet (St. Paul, 1934), a “la dominación masculina”, es decir, a cualquier instancia de control masculino sobre la mujer. En la tercera, las feministas buscaron ampliar la definición de Millet aún más y criticaron su “reduccionismo”, subrayando que el mismo tipo de marco podía aplicarse a cualquier relación de género, también las relaciones homosexuales.
Dos meses antes de la inauguración de Cárcel de amor en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Congreso aprobó la Ley Integral de Violencia de Género. Está por ver cuales serán sus consecuencias reales. También queda por ver si las mujeres que soportan la violencia masculina -o de su pareja- y necesitan recurrir al sistema judicial con la intención de denunciar a su agresor, lo conseguirán. Este proyecto está dedicado a todas ellas.