Sin título. Contorsión topológica de figura femenina convirtiéndose en violonchelo

Durante el año 1983, mientras se prepara la gran retrospectiva de Salvador Dalí en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid y posteriormente en el Palacio de Pedralbes en Barcelona, el artista trabaja en lo que serían las últimas obras de su carrera. En ellas está presente la convulsión que ha sufrido su mundo interior a partir de la muerte de Gala y la angustia ante su destino último y definitivo. Ese estado anímico se percibe de manera especial en los óleos en los cuales los protagonistas son objetos distorsionados y cuerpos violentamente deformados en el trance de procesos de metamorfosis, para lo que se inspira en la “Teoría de las catástrofes” de René Thom. En esos motivos, y en la vehemencia de la representación, el artista parece recuperar los canibalismos de los años treinta. Contorsión topológica de una figura femenina convirtiéndose en violonchelo es un ejemplo de cómo Dalí lleva a la pintura ese proceso de catarsis. En Dalí, la obra y el hombre (Tusquets, 1984), Robert Descharnes escribe: “Esta tela está inspirada en los sufrimientos y en las crispaciones motrices experimentadas por Dalí durante su enfermedad. El pintor afirma asimismo estar representado en esta tela”. Esa referencia se reafirma con las palabras de Dalí en conversación con Jean François Fogel, citadas en esa misma publicación: “Ya no es una imaginación al servicio del capricho y del sueño, y tampoco automatismo; ahora estoy pintando significaciones directamente extraídas de mi propia existencia, de mi enfermedad o de recuerdos profundos”.

Ruth Gallego Fernández