Influencia cultural, y nada más que cultural, de la mujer en las artes arquitectónicas, visuales y otras

Paz Muro

Cuenca, España, s. d.
Colaboradores
Pablo Pérez-Mínguez - Madrid, España, 1946 - 2012 (Fotografía)
  • Fecha: 
    1975
  • Técnica: 
    Madera lacada y gelatinobromuro de plata sobre papel adherido a cartulina
  • Técnica descriptiva: 
    Obra formada por cuatro desplegables de fotografías sobre un cuadro enmarcado con cuatro cajas en las que las imágenes pueden ser guardadas. Incluye además dos textos explicativos redactados por la autora
  • Dimensiones: 
    Obra completa: 78 x 128,4 x 7,4 cm / Fotografías: 9 x 13,5 cm / Fotografías: 13,5 x 9 cm
  • Categoría: 
    Instalación, Fotografía
  • Año de ingreso: 
    2011
  • Nº de registro: 
    AD06372

Paz Muro es una de las pioneras del arte conceptual y efímero en España durante los años setenta y una de las representantes del giro teatral de la década siguiente. Sus intervenciones, happenings y performances, demuestran la singularidad e independencia de un trabajo que refleja una noción de la práctica artística vinculada a lo lúdico y a la literatura. Poco tiempo después de su participación en los Encuentros de Pamplona, realizó Propuesta de transformación de la realidad a partir de un fenómeno natural (1972), una obra que avanza presupuestos del Land Art en España. Influencia cultural, y nada más que cultural, de la mujer en las artes arquitectónicas, visuales y otras, analiza, por el contrario, el rol atribuido a la mujer en la memoria pública. Surgida del desacuerdo de la artista ante la celebración del Año Internacional de la Mujer y presentada en la exposición La mujer en la cultura actual, la obra está formada por un cuadro con cuatro desplegables de fotografías, realizadas junto a Pablo Pérez Mínguez. En estas, se aprecian diversas estatuas femeninas presentes en los monumentos de la ciudad de Madrid. Las estatuas repiten la figura alegórica de la virtud y las artes o la musa inspiradora, aludiendo así a la mujer como mito excluido de la historia. «Por eso –dice la artista– las fotografiamos y se colocaron en un cuadro, que tenía cuatro ventanitas, con puertas, y en cada una había un desplegable, de doce fotos, que se podían sacar, y de acuerdo con la sensibilidad del observador, encerrarlas en un “estuche”».

Carmen Fernández Aparicio

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