Sala 002.04
8º C menos. Arquitectura y clima en la Expo 92

Más allá de los méritos y deméritos del diseño de los pabellones nacionales, la Exposición Universal de Sevilla supuso la consolidación de una nueva forma de arquitectura que ganaría relevancia en las siguientes décadas: la llamada arquitectura bioclimática, que replica procesos climáticos naturales para conseguir condiciones de confort. Las arquitecturas de la Expo, que conmemoraba la colonización de América, anticiparon teorías actuales sobre la relación entre procesos extractivos en ese continente y el desarrollo de la crisis del clima.

Obras de la sala

Imágenes de la sala

Sala 002.04 Sala 002.04
Sala 002.04 Sala 002.04

Sala 002.04

Más allá de los méritos y deméritos del diseño de los pabellones nacionales, la Exposición Universal de Sevilla supuso la consolidación de una nueva forma de arquitectura que ganaría relevancia en las siguientes décadas: la llamada arquitectura bioclimática, que replica procesos climáticos naturales para conseguir condiciones de confort. Las arquitecturas de la Expo, que conmemoraba la colonización de América, anticiparon teorías actuales sobre la relación entre procesos extractivos en ese continente y el desarrollo de la crisis del clima.

Es imposible centrar el carácter histórico del cambio climático actual sin referirnos a la extracción de recursos iniciada durante la colonización de América Latina. El manifiesto de convocatoria de la plataforma Desenmascaremos el 92, integrada por numerosos grupos ecologistas, denunció ya en 1992 la «devastación ambiental sin precedentes» derivada de la aplicación a escala global del modelo productivo capitalista, cuyo inicio los activistas situaron en los primeros años de la conquista. Esa crítica se ampliaba al deterioro provocado por algunas de las grandes operaciones territoriales de la Expo 92 y, en especial, a la nueva línea de tren de alta velocidad Madrid-Sevilla.

Uno de los mayores desafíos arquitectónicos que presentó la construcción del recinto de La Cartuja fue moderar los efectos de la canícula sevillana en los futuros visitantes. Algunas de las propuestas urbanísticas presentadas en 1986 para la reordenación del espacio de la Isla recurrieron al imaginario colonial para justificar grandes operaciones de acondicionamiento climático de las instalaciones, con diseños de inspiración precolombina y grandes masas de agua que pretendían emular el océano Atlántico. En 1987, con el objetivo de garantizar el confort bioclimático en las áreas comunes y de tránsito, la Sociedad Estatal Expo 92 encargó al Seminario de Arquitectura Bioclimática de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, dirigido por el arquitecto Jaime López de Asiain, el desarrollo de un programa piloto que investigase la implementación de sistemas de refrigeración en los espacios abiertos del recinto a través de mecanismos como la provisión de sombras por medio de pérgolas, el empleo de micronizadores de agua —caso de la Esfera Bioclimática— o de torres de refrigeración —como en la Avenida de Europa o en El Palenque— y hasta un uso extensivo de vegetación. Para el ajardinamiento del recinto se recurrió a plantas de origen americano enviadas desde diferentes países.

Esa lógica extractivista y su vinculación con el clima estuvo también presente en el pabellón chileno, donde se instaló un iceberg antártico de 200 toneladas, transportado desde Bahía Paraíso, que, en palabras de Sebastián Vidal Valenzuela, «actuaba simbólicamente como un dispositivo de congelamiento de la memoria política en beneficio de relaciones comerciales a escala global». La operación, que, asociaba frío con desarrollo, buscaba presentar a Chile como un país «frío y eficaz», frente a la «nebulosa del Tercer Mundo» en la que estarían situados los territorios tropicales latinoamericanos.

Otras salas de la Colección