Sala 104.06
Luis Camnitzer: Masacre de Puerto Montt, 1969

En Masacre de Puerto Montt, Luis Camnitzer no solo traslada al espacio expositivo las contradicciones sociopolíticas del contexto latinoamericano, sino que, al situar al visitante como víctima del fuego cruzado, reactiva un suceso violento desde el cuerpo. Presentada en 1969 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, la instalación recrea una matanza sucedida durante el desalojo de 90 familias de la finca Pampa Irigoin. Murieron nueve campesinos por disparos de los carabineros y un bebé por asfixia. Desde el conceptualismo, Camnitzer aborda el desigual reparto de la propiedad de la tierra y la represión violenta.

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En Masacre de Puerto Montt, Luis Camnitzer no solo traslada al espacio expositivo las contradicciones sociopolíticas del contexto latinoamericano, sino que, al situar al visitante como víctima del fuego cruzado, reactiva un suceso violento desde el cuerpo. Presentada en 1969 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, la instalación recrea una matanza sucedida durante el desalojo de 90 familias de la finca Pampa Irigoin. Murieron nueve campesinos por disparos de los carabineros y un bebé por asfixia. Desde el conceptualismo, Camnitzer aborda el desigual reparto de la propiedad de la tierra y la represión violenta.

El grupo New York Graphic Workshop, del cual Camnitzer forma parte desde 1964, actualizó el medio tecnificado del grabado con el propósito de revelarse ante su tradicional subordinación al dibujo y la pintura. Camnitzer se centra en el texto para profundizar en el significado y en el contexto espacial de la imagen artística. Basándose en la idea de reproductividad y de seriación de la técnica del grabado, se interesa por la función descriptiva y evocadora del lenguaje. Según él mismo escribe en el catálogo de la exposición en Chile, busca las claves para liberar la creación transformándola en un bien público y revalorizar la percepción de la realidad «sin escapismos ni opios».

En Masacre de Puerto Montt, el texto es tratado de acuerdo a conceptos espaciales del minimalismo, pero la obra se aparta del reduccionismo para concentrarse en el significado. Las palabras dibujadas a lápiz se colocan en los muros, mientras que, en el suelo, se sitúan las nueve trayectorias de bala, construidas por sendas líneas seriadas de dibujo a lápiz, cada una de ellas con la inscripción «Proyección horizontal de trayectoria de la bala…», y el número correspondiente para contabilizar los disparos. La frase mantiene la frialdad descriptiva del signo, del mismo modo que los textos de las paredes proporcionan información sobre las troneras, las armas y los soldados que acribillaron las chozas de los campesinos en el centro del terreno ocupado.

Como recuerda Camnitzer, Masacre de Puerto Montt fue incomprendida, pues «la derecha descartó la obra por tendenciosa, y la izquierda por la ausencia de manchas de sangre, detalle necesario para calificarla de arte político». La instalación fue realizada en el contexto en que una generación de artistas latinoamericanos se autoimpone hacer un arte influyente en la realidad política. Es un momento en el que impera el interés por el conceptualismo de la semiótica y el estructuralismo lingüístico.

 

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