Sala 104.10
La presente selección de obras y artistas remite a dos exposiciones de arte chileno «no oficial» organizadas en Europa, la Bienal de París, de 1982, y Chile Vive, celebrada en Madrid, en 1987. Este diálogo muestra el valor estratégico, ideológico e incluso diplomático que puede alcanzar una exposición de arte, a pesar de que, en aquel momento, no fue fácil comprender el potencial experimental y político de aquellas prácticas artísticas, especialmente fuera de las fronteras del propio país.
El 11 de septiembre de 1973 se produce el golpe de Estado militar en Chile que derroca al gobierno socialista de Salvador Allende (1970-1973) y otorga el poder a Augusto Pinochet (1973-1990). Algunos artistas que habían apoyado a la Unidad Popular de Allende son silenciados o marchan al exilio. Durante la dictadura, una nueva generación de artistas emerge con la voluntad de enfrentarse subrepticiamente al pinochetismo. La historiadora del arte Nelly Richard aglutina a buena parte de estos artistas bajo la denominación «Escena de avanzada». Ciertos artistas y agrupaciones —el colectivo C.A.D.A., o Eugenio Dittborn, Carlos Leppe, Elías Adasme o Lotty Rosenfeld, entre otros—, marcan el periodo con una práctica contra-institucional que cuestiona los lenguajes canónicos del arte. Lo hacen a través de la fotografía, el vídeo, las técnicas de impresión masiva y, sobre todo, la performance y la acción directa en el espacio público, con el propósito de redefinir las condiciones de su participación creativa y la transformación del comportamiento y los discursos de la cotidianidad.
Las relaciones entre Chile y España se transforman tras la muerte de Franco en 1975. Las estrategias de democratización y transformación de la imagen española fuera de sus fronteras comparten con Chile un capítulo destacado, particularmente desde el punto de vista del arte y de la política cultural. En esta sala se confrontan dos exposiciones de arte chileno «no oficial», celebradas en el exterior del país: por un lado, la Bienal de París de 1982, a la que acude Nelly Richard para presentar en Europa a los artistas de «la avanzada»; y, por otro, Chile Vive, una muestra organizada en 1987 por el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid, el Instituto de Cooperación Iberoamericana y el Círculo de Bellas Artes, que acogió el evento.
Si bien ambas muestras desean visibilizar las prácticas de resistencia ante el pinochetismo y expresar así un gesto de solidaridad con el pueblo chileno, en ellas subyace una cierta mirada eurocéntrica que impide la comprensión de lo exhibido. La bienal parisina entendió «la avanzada» como una réplica a destiempo del arte conceptual norteamericano y europeo, ignorando el contexto político en el que se inscribía. Por su parte, la exposición madrileña intentó abarcar —de forma ecléctica y enfocándose en la pintura y la escultura— la totalidad del ámbito cultural chileno, lo cual dio como resultado una homogeneización que desactivó el radicalismo de las propuestas. En suma, esta sala atestigua el cambio de paradigma que acontece a finales de los años ochenta, cuando, en España, convergen dos tendencias, desde el arte y la política, como son el auge del mercado de la pintura y la Transición.