Sala 205.06
Realismo y superrealismo en el arte nuevo

En los años veinte y treinta se generaliza en Europa la experimentación con una tendencia de vuelta a la figuración y a la tradición occidental, un «retorno al orden», según la expresión de Jean Cocteau, al mismo tiempo que se desarrolla una abstracción con gran variedad de matices.

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En los años veinte y treinta se generaliza en Europa la experimentación con una tendencia de vuelta a la figuración y a la tradición occidental, un «retorno al orden», según la expresión de Jean Cocteau, al mismo tiempo que se desarrolla una abstracción con gran variedad de matices.

Esta recuperación de la figuración y el objeto fue considerada por algunos artistas como una actualización crítica del pasado artístico, mientras que para otros fue visto como un retroceso artístico, historicista y nostálgico que representaba una auténtica liquidación de las vanguardias históricas. Este proceso, que había comenzado unos años antes se había producido simultáneamente en distintos centros europeos. Por un lado, el del contexto latino, Francia e Italia, que aportan un clasicismo mediterráneo, con Picasso, Derain y los artistas italianos en torno a la revista Valori Plastici, por el otro la crítica social de los artistas alemanes de la Nueva Objetividad.

El conocimiento en España de estos realismos modernos es bastante temprano gracias a las numerosas revistas culturales y publicaciones que se hicieron eco de estas tendencias. Su alcance se pudo comprobar en la primera exposición que organizó en 1925 la Sociedad de Artistas Ibéricos en Madrid, la SAI, en la cual la tendencia general fue la figuración, aunque de características muy heterogéneas.

En 1925 Franz Roh recogió una amplia selección de todos estos realismos europeos en un influyente ensayo que se tradujo al castellano en 1927 con el nombre de Realismo mágico: post expresionismo: problemas de la pintura europea más reciente. Sebastià Gasch, en su crítica del libro para La Gaceta Literaria, alude a estos realismos como alusiones «que brotan al azar de la realización, inconscientemente, salidas de la memoria poética, que guarda almacenados recuerdos de realidad».

Las tesis de Roh fueron determinantes en la configuración de una nueva generación de artistas entre los que destacó Ángeles Santos, autora del monumental lienzo de 1929 Un mundo en el que está muy presente la visión interior de la artista, próxima a las tesis del surrealismo. Sin embargo, otros artistas como Rosario de Velasco y Alfonso Ponce de León vieron en esta tendencia un carácter de vanguardia retrógrada, un equilibrio entre clasicismo y modernidad, que compartían con el grupo italiano Novecento, de ideología fascista.

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