Sala 205.11
El imaginario romántico consolidó en el siglo XIX algunos de los estereotipos más duraderos de la españolidad, como el flamenco, la Semana Santa o los toros. Entrado el siglo XX, las vanguardias históricas privilegiaron una construcción de lo español, en la que la música y el baile flamenco tuvieron un papel fundamental.
«Los boleros y fandangos aparecen para reanimar la atención», estas palabras de Théophile Gautier en 1847 resuenan de nuevo durante las vanguardias históricas en las cuales se produce una reformulación del estereotipo de lo español. El flamenco, que a finales del siglo XIX había adquirido ya un estatus paradigmático dentro de la cultura popular, se convertirá en referente decisivo de las vanguardias desde sus inicios. Uno de estos referentes es la guitarra, que aparece comúnmente en los cafés y estudios de artista como elemento que denota una vida bohemia. Su plasticidad estética y sobre todo su cualidad táctil, en cuanto a objeto que tiene la particularidad de que se le puede dar vida al tocarlo, lo hizo especialmente valorado por los cubistas. La misma cualidad performativa aparece en las representaciones de bailaoras, en las que el vestido, la mantilla y el abanico, que se presuponen poseídos de movimiento, participan de la misma desintegración de la forma tridimensional.
En esta recuperación del flamenco destacaron fenómenos como los Ballets Russes de Diaghilev, que habían incorporado a su repertorio ballets de temática española tras su estancia en el país durante la Primera Guerra Mundial. En España, figuras del baile como La Argentina, la música de Falla y Granados, la poesía neopopular de autores como García Lorca o Moreno Villa o el Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922 fueron fundamentales por su estrecho vínculo con los creadores de vanguardia.
Una de estas figuras fue el bailarín Vicente Escudero quien alcanzó fama en París en los años veinte con un repertorio de baile clásico español, el mismo que triunfaba en los escenarios internacionales con su adaptación por La Argentina. Su contacto con las vanguardias artísticas radicalizó su propuesta llevándolo a la investigación de los bailes primitivos flamencos y el cante jondo. Escudero se expresa además en dibujos esquemáticos que sintetizan el gesto congelado del bailarín –que magistralmente captaron en fotografía Man Ray o Edward Steichen–casi de la misma manera que lo hace la Danseuse espagnole I (1928) de Miró expuesta en la misma sala.