Comisariada por el pensador francés Georges Didi-Huberman, la exposición «En el aire conmovido…» articula una antropología política de la emoción en clave poética, esbozando vías de respiración y resistencia que confrontan la persuasiva cultura del capitalismo que ha permeado en todo. Su título, tomado del Romancero gitano de Federico García Lorca, apela a la emoción desbordada y no constreñida a un único sujeto, donde entra en juego la idea lorquiana del «duende». De esta forma, la emoción se entiende aquí como un movimiento que se transmite a la colectividad a través de un cuerpo singular y que es susceptible de derivar en una «conmoción», es decir, en una concatenación de emociones que afecta a un conjunto, a un entorno, a una relación.
El punto de partida de la exposición se encuentra en las palabras «En el aire conmovido» del «Romance de la luna, luna» con las que Lorca aglutina en un movimiento conjugado dos elementos invisibles: uno atmosférico (el aire) y otro psíquico (la emoción). A través de un sugerente conjunto de obras de arte y fuentes documentales, el concepto de la muestra adopta así la forma de un ensayo en torno a las emociones que va más allá de la psicología individual y colectiva para detenerse en el significado connotado de los lugares, en tiempos y espacios de percusión poética donde la emoción y la política se aúnan.
El recorrido de la exposición se divide en varias secciones que indagan en la dimensión potencialmente transformadora de la emoción y en su capacidad para alterar y buscar la alteridad. El capítulo Pensamientos da cuenta de cómo a la hora de abordar la experiencia de la conmoción se pueden aplicar dos enfoques: generar sistemas taxonómicos que nos permitan clasificar las emociones y controlarlas; o intentar comprender como pasan de un sujeto a otro haciendo del aire ambiental un espacio que tiembla, un «aire conmovido». En Caras y Gestos donde se incluyen obras de Auguste Rodin, Alberto Giacometti, Salvador Dalí o Unica Zürn, entre otros, desempeña un papel central la noción psicoanalítica de «síntoma», ese acontecimiento que expresa un dolor proveniente de alguna profundidad, ya sea psíquica o corporal, que al desencadenarse trastorna la realidad en su totalidad. En Sitios se ponen de manifiesto las limitaciones de la concepción cartesiana de espacio y la irrupción de la emoción en este con obras de James Ensor, Tatiana Trouvé o Joan Miró o Lucio Fontana. La potencia de la emoción de encarnarse en lo social, de convertirse en acción de masas y poder, cuyo efecto transformador puede generar nuevos agenciamientos sociales pero también utilizarse para legitimar y vehicular nuevas y viejas formas de violencia, represión y dominio, se examina en Políticas a través de los trabajos de Pier Paolo Pasolini, Käthe Kollwitz, Bertolt Brecht, Goya o supervivientes del bombardeo de Hiroshima. Como prólogo y epílogo de la muestra, la sección Infancias reivindica la fuerza poética y política de la inocencia asumiendo su naturaleza contradictoria y poliédrica. Porque el niño, con su caos y sus miedos ve a menudo el mundo mejor que el adulto, traspasando la superficie de las cosas y enfrentándose a la realidad desde una ética insumisa.