La obra de Brassaï, pseudónimo de Gyula Halász, [Brassó, Hungría (actual Rumanía), 1899 - Beaulieu-sur-Mer, Francia, 1984] es considerada parte indispensable de la cultura visual y poética moderna que se genera en el París de entreguerras. Tras una estancia en Berlín, se instala en la capital francesa en 1924. La ciudad y los habitantes marginales más alejados de las convenciones establecidas, enseguida se convierten en el principal objeto de su obra.
Las ciento treinta fotografías que componen esta exposición permiten trazar las diferentes características de su trabajo, en lo que a temática, estilo y poesía se refiere. Por una parte, la muestra aborda la participación de Brassaï en la configuración del imaginario del Surrealismo, especialmente por sus reportajes fotográficos publicados en la revista Minotaure. Por otro lado, la exposición destaca la labor del artista en la formulación de un universo urbano. Pese a que las escenas callejeras de Brassaï suelen ser nocturnas, el artista no destaca aspectos como la depravación de la noche, sino que se concentra en lo sugerente y en la repetición incesante del deseo. Este patrón temático y su mirada fotográfica orientada hacia esta vía puede advertirse en la serie Paris de nuit (1932).
Paralelamente, Brassaï desarrolla su serie de los graffiti, en la que materializa su interés por el lenguaje mural que se expresa a modo de huellas anónimas corales cuyo proceso creativo resulta próximo a los “cadáveres exquisitos” y a la escritura automática promulgada por André Breton y Pierre Reverdy. La influencia de los graffiti de Brassaï alcanza el Informalismo de los años cuarenta y cincuenta, ya que eran considerados por los artistas manifestaciones que cuestionan la autoría del arte. La exposición incluye a su vez la serie Transmutations que presenta el lado más experimental de Brassaï. A medio camino entre el grabado y la fotografía, estas obras son el resultado de trabajar sobre la placa emulsionada y la imagen ya fijada en ella.
La obra de Brassaï plantea temáticas diversas como el desnudo, los objetos resignificados -al ser fotografiados en primer plano-, esculturas involuntarias, retratos de artistas, prostitutas, trabajadores del mercado, calles y jardines de París, etc. Una nota común a todos sus trabajos, es el empleo de la iluminación dirigida, altamente contrastada y con clara intención efectista. Además, al ocultar el foco de luz, aumenta el efecto de ambigüedad -temporal y espacial- de la imagen.
Otra característica es su recurso a lo informe y al juego poético-visual a partir de las cualidades materiales de los objetos que fotografía, como se puede ver en Madrépores (1930) o Cristaux (1930). Esta manera de componer e iluminar evidencia que Brassaï no practica una fotografía documental, pero tampoco creativa, sino que se plantea la elaboración de una imagen encontrada. Dicho enfoque puede vincularse según Manuel Borja-Villel, comisario de la exposición, “en el contexto artístico literario del Surrealismo, pero que también revela su familiarización con la noción de <<lo fantástico social>> de Pierre Mac Orlan o con el realismo descriptivo y urbano de Charles Baudelaire”.
Datos de la exposición
Fundació Antoni Tàpies, Barcelona (14 septiembre - 7 noviembre, 1993); Centre National de la Photographie, Hôtel Salomon de Rothschild, París (16 febrero - 9 mayo, 1994); Rupertinum Moderne Galerie und Graphische Sammlung, Salzburgo (21 mayo - 10 julio, 1994); Museum Fridericianum, Kassel (2 septiembre - 27 noviembre, 1994); Haus der Kunst, Múnich (21 enero - 26 marzo, 1995)
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