El concepto de Wall Drawing (Dibujo mural) fue el mejor medio para la concreción de las radicales ideas de Sol LeWitt, obras que se convirtieron en las más características de su producción. En un texto de 1970, titulado precisamente Wall Drawings, explicó que su propuesta consistía en hacer una obra «tan bidimensional como fuera posible», de acuerdo con un pensamiento minimalista y por tanto reduccionista. LeWitt, consideró que lo más natural era trabajar directamente sobre el muro, en vez de hacerlo sobre una «construcción» que luego se colocara en la pared. De este modo consiguió la mínima implantación material y permitió que el dibujo se hiciera inherente a la arquitectura de la sala de exposición, lo que provocó la interacción del espectador con ese espacio, ya que este solo captaría la obra a partir de la experimentación del espacio expositivo.
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